La longaniza, producto noble si lo hay, es el motivo de conflicto entre dos poblaciones chilenas: San Carlos y Chillán. Ese es el centro de la película de Tomás Alzamora Muñoz, que pone en marcha un falso documental para contar la rivalidad de ambas ciudades por conseguir la valiosa etiqueta de “Denominación de origen” para los chacinados, un sello que de lograrlo, ya sea una u otra localidad, traerá progreso, ventas al exterior, turismo, etc.

Este cronista se atreve a especular que si no fuera el Bafici, digamos en un festival más menos independiente, la película sería una clara candidata a ganar el premio del público, en tanto se trata de un relato muy inteligente, muy graciosos y a la vez bastante profundo sobre el costumbrismo en el cine, la posibilidad real de reírse de una batalla a cara de perro por algo como las longanizas –basada en una historia real, pero que para los habitantes de la región es algo tan serio como su sustento.

Se trata entonces de una comedia que festeja el absurdo de la situación, pero no de los personajes y sobre todo del cuarteto protagonista, que lucha a capa y espada por la certificación: un anciano productor de longanizas, una activista de mal genio, un DJ y un abogado.

Esta grupo desigual, inocente, tozudo, torpe y voluntarioso, luchará contra la burocracia, la desconfianza de sus propios vecinos de San Carlos y sus propias limitaciones.

Amorosa con las criaturas que llevan adelante la historia en la pantalla, Denominación de origen podría ser calificada como “menor” en el contexto de un festival de cine y sobre todo porque fue incluida en la Comeptencia Internacional, sin embargo, es un buen síntoma que esté donde está y que el festival le haya dado un lugar importante a una película popular, que no tiene más ambiciones que divertir y de paso, poner en foco problemáticas que hacen al día a día de los personajes.

“DENOMINACIÓN DE ORIGEN” – Competencia Oficial Internacional
De Tomás Alzamora Muñoz (Chile, 2024. 86 minutos)

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