Mientras prepara una casona en Berazategui que ocuparán los amigos que llegan de todas partes de Latinoamérica para el estreno Territorio, su última película que forma parte de la Competencia Argentina de la 25º edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) que comienza el miércoles, José Celestino Campusano se muestra expectante por el estreno de su relato ambientado en el conurbano, el lugar en donde desarrolló buena parte de su extensa filmografía.

“El conurbano es mi lugar de pertenencia, lo conozco muy bien aunque nunca lo termino de desentrañar porque es un país en sí mismo”, arranca el director quilmeño en comunicación con Identidad Bonaerense, “y aunque muchas veces es muy duro en este lugar encontré vibraciones maravillosas, con gente que son lo más, personas amorosas, inteligentes y empáticas”, define.

Justamente, Territorio aborda una historia verídica, la de Alejandro Campusano, el hermano menor del director: boxeador y entrenador de púgiles en el Sur de la provincia de Buenos Aires, en donde además, durante muchos años se desempeñó como guardaespaldas y puntero político.

“Román, que se dedica a la protección de caudillos políticos e intenta desarrollarse como entrenador y manager de boxeadores, es hostigado por un dúo de representantes abusivos que a su vez han sido contratados como fuerza de choque por un partido político contrario”, cuenta el catálogo del Bafici, pero claro, como todo resumen, necesariamente deja cosas de lado los intersticios de la historia, que tiene que ver con toda la poética de Campusano, un recorrido de 25 película que siempre, pero siempre, se asientan en un decálogo no escrito que apela a lo visceral para contar las vivencias que en general, no aparecen el cine.

“Además de puntero, Alejandro era guardaespaldas de ciertos candidatos del justicialismo durante décadas, pero como consecuencia de ciertas desavenencias, se alejó completamente”, cuenta el cineasta sin espoilear su propio filme, “la película intentó ser lo más fiel posible a los hechos que vivió él, que tiene una memoria prodigiosa, lo que permitió traer al presente diálogos y vivencias de esa época y por eso -destaca- la película está prácticamente transcrita, como todas las historias de Cine Bruto, más allá de algunos momentos que yo incluí”, señala.

Luego de su paso por la Competencia Argentina del Bafici del año pasado, «Territorio» se estrena comercialmente».

Con Cine Bruto el realizador, que dice como al pasar que “filmar es una necesidad imperiosa, si no lo hiciera me moriría de tristeza”, se refiere a su productora, con la que concretó buena parte de su filmografía.

Películas como Vil romance -los cinéfilos asistentes habituales del Festival de Mar del Plata todavía recuerdan la edición 2008 en donde la primera ficción de Campusano adquirió rápidamente la categoría de “ovni”- Vikingo, Fango, Fantasmas de la ruta, El Perro Molina, Placer y martirio, y El sacrificio de Nehuen Puyelli, son solo algunos de los títulos que exceden largamente al cine y se convirtieron en testimonios de una época y un lugar, en su mayoría el conurbano, con sus zonas más oscuras pero ciertamente, también con toda su luminosidad.

¿Qué es lo que hace de particular el cine de José Celestino Campusano? La pregunta puede tener múltiples respuestas, pero vale arriesgar una en la búsqueda de cierto consenso.

En principio la obra del director tiene la verdad como horizonte, una búsqueda que la mayoría de las veces se transmite sin filtro, con historias crudas, de los márgenes, con actores no profesionales que en muchos casos fueron protagonistas de lo que se cuenta y una estética propia, que con el correr del tiempo se fue afinando pero que aún hoy privilegia sin duda la potencia de la historia por sobre todo preciosismo.

Aunque estudió cinematografía en el Instituto de Cine de Avellaneda, su carrera tiene una fuerte impronta autodidacta, con una pasión que se instaló de chico y luego, ya como un joven trabajador de la industria del vidrio, José empezó a ver su entorno con ojos de cine, convencido que había historia dignas de contar y que no encontraba en la pantalla grande.

En aquellos comienzos, como buena parte de su generación, casi sin darse cuenta, el hombre que hoy es invitado por los principales festivales del mundo, también se nutrió en los setenta con el legendario “Sábados de súper acción”, el ciclo en el viejo Canal 11 en donde convivían “películas australianas de los 70 con suicidas al volante de fierros polvorientos, cine de ciencia ficción japonés, western, y producciones de la izquierda norteamericana como La jauría humana, con Marlon Brando y Robert Redford”, recuerda y agrega, “y lo que significó el programa ‘Función privada’, en donde pasaban de todo, desde los filmes de Leopoldo Torre Nilson o Lucas Demare, hasta Los santos inocentes de Mario Camus o El crimen de Cuenca, de Pilar Miró”, enumera.

Hoy, con décadas con la cámara al hombro, coproducciones con distintos países, innumerables proyectos en proceso (que incluyen cine con Inteligencia Artificial y experiencias inmersivas), invirtiendo energía a la Red Nacional e Internacional de Clusters audiovisuales, en donde propone un cine sustentado en el cooperativismo, Campusano sigue ávido de escuchar historias “verídicas”, que lo lleven a universos olvidados o ignorados por el establishment del cine y que necesitan, según su mirada, una representación ineludible en el cine.

Publicado originalmente por el autor en Identidad Bonaerense.

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