El 18 oct de 2013 la marquesina iluminada del mítico Cine Avenida de la ciudad de Bolívar, anunciaba su triunfal inauguración con la proyección de Metegol, de Juan José Campanella y Corazón de León de Marcos Carnevale, dos películas que se enlazaban con la tradición argentina ya extinguida del doble programa y en el caso de la sala de la ciudad bonaerense, con el comienzo de su historia en 1951, cuando abrió su flamante telón con el estreno de Historia de amor, de Leslie Arliss, y La danza inconclusa, de Henry Koster.
Hoy el “Avenida” bien puede ser un feliz ejemplo de perseverancia y arraigo en una comunidad, un lugar que nació por la iniciativa emprendedora de Raúl Otero, un empresario inmigrante español dueño de la sala Select que al compás de la llamada “Época de Oro” del cine, decidió abrir otra hace exactamente hace 74 años, con nada menos que 1200 butacas para satisfacer la demanda de ese presente en donde se llegó al récord histórico de 2308 cines en todo el país (hoy no llegan a los mil), según un trabajo realizado por el Sistema de Información Cultural de la Argentina del Ministerio de Cultura de La Nación, hoy Secretaría.
Lo cierto que aquel comienzo próspero e integrador, en donde la platea de la coqueta sala se llenaba no solo con los residentes bolivarenses de todas las extracciones sociales, sino que convocaba a espectadores de otras ciudades de la región e incluso de la población rural, se fue apagando lentamente hasta que cerró sus puertas a fines de la década del 90, con una última proyección: Titanic, de James Cameron.
Pero el Avenida tendría otra oportunidad con el nuevo siglo de la mano de varias voluntades que se alinearon y confluyeron para la reapertura de la sala ubicada en el centro de la ciudad.
El conductor y empresario Marcelo Tinelli, ilustre oriundo de Bolivar, compró el predio, lo restauró y lo donó al municipio, que a partir de ese momento se comprometió a solventar el emprendimiento junto a la ayuda del Plan Nacional Igualdad Cultural del Gobierno Nacional, en donde además, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (incaa), ayudó con equipamiento y programación de cine argentino como parte del programa Espacios Incaa de todo el país.
“Fue algo hermoso, tengo un gran recuerdo de la apertura y de los cinco años que trabajé en el Avenida con mucho amor y mucho trabajo”, cuenta emocionada a Identidad Bonaerense la antigua responsable de la Gerencia de Contenidos y Programación del cine, Analía Carbajo.
Publicista, emprendedora, la también bolivarense Carbajo, se había mudado a la ciudad de Buenos Aires en donde trabajaba en la empresa Cinecolor, pero un día recibió el llamado de su primo segundo, Marcelo Tinelli, que la convocó para que se hiciera cargo de la sala.
Con un trabajo que la mantenía en contacto con todo el ambiente del cine (directores, productoras, distribuidoras), dudó y puso varios “peros” al ofrecimiento que le hacía Tinelli, hasta que finalmente cedió y volvió a su ciudad natal para emprender el desafío.
“La verdad es que viniendo de la actividad privada tenía mis reparos, pero trabajamos bien con el municipio, con los tironeos lógicos por los recursos pero con mucha libertad”, afirma Carbajo.
Con la sala “María Esther Chiquita Domeño” (nombrada así en honor a la madre de Tinelli) de 270 butacas, pantalla y tecnología 3D de última generación, Analía destinó toda su energía en hacer que el Avenida tuviera una programación eclética, que incluyera el cine comercial de las grandes Majors pero que no dejara de lado al cine argentino industrial y también las propuestas más independientes.
“Este cine marcó nuestra historia y nuestra niñez”, decía Tinelli a los medios en la reinauguración y claro, como un conmovido maestro de ceremonias, vio emocionado el documental que le había encargado desde Ideas del Sur a David Vázquez González, en donde daban su testimonio históricos espectadores y empleados de la sala.
Luego de esa acto refundacional del “Avenida”, que contó con la presencia de figuras como Soledad Silveyra y Pablo Echarri, junto a los entonces gobernador Daniel Scioli y el intendente de la ciudad, Eduardo «Bali» Bucca, la tarea fue darle un contenido que fuera atractivo a la nueva etapa del cine.

“La verdad es que hicimos de todo, desde sorteos con productos de los negocios de la ciudad que iba yo personalmente a pedirles a los dueños, capacitaciones, pasando por visitas guiadas a los colegios de la zona y hasta animarme a disfrazarme de Papá Noel para fin de año”, recuerda con una sonrisa Analía Carbajo.
“Pero sobre todo, mi experiencia y las relaciones que tenía con el mundo del cine hizo que las distribuidoras empezaran a programar en Bolivar”, detalla, “además hacíamos lo posible para que vinieran figuras a acompañar las proyecciones”.
“Tuvimos varios hitos, como ‘Gusto de Vos’, un ciclo con películas románticas en donde la gente dejaba papelitos en una cartelera contando cómo habían conocido a su pareja, también recuerdo la visita de Graciela Borges, que leyó unos poemas acompañada por un guitarrista en el escenario”, destaca Carbajo, “otro gran momento fue cuando proyectamos ‘Gilda’ de Lorena Muñoz con todos los espectadores bailando o dar los partidos de la Selección en el Mundial de 2014 a sala llena”, destaca Carbajo.
La lista es larga, pero el entusiasmo de la antigua programadora del cine hizo que llegaran hasta Bolivar figuras como Susú Pecoraro, Daniel Burman, Alejandro Awada, Graciela Alfano y Guillermo Pfening, entre otros, una convocatoria que hizo que fuera natural que de jueves a domingo llegaran combis al cine desde Pehuajó, Olvarría, Henderson y Daireaux, entre otras localidades bonaerenses.
El “fenómeno” del cine Avenida enamoró a propios y a extraños, como el mencionado David Vázquez Gonza´lez, que de hacer un video por encargo de Tinelli, su antiguo jefe, su interés se extendió a un trabajo de estudio, “Una sala recuperada: Los usos sociales del cine – El caso del cine Avenida, de Bolívar, provincia de Buenos Aires”, su tesis de grado en la carrera de Comunicación.
“Haciendo la tesis lo que más me sorprendió es el vínculo con el cine que tienen las personas que se había perdido en los ‘90 cuando cerraron muchas salas de barriales y regionales”, señala a este medio Vázquez González.
“La reapertura invita a la democratización del cine, de un espacio social y de reflexión, que se cruzaba con aquella época en donde la masividad del cine permitía que llegara la información a diferentes puntos del país y colaboraba con el crecimiento cultural”, completa el investigador.
Se hace difícil evitar la tentación de vincular al cine Avenida de Bolívar con el Cinema Paradiso ubicada en el pueblo de Giancaldo de la célebre película de Giuseppe Tornatore (ganadora del Oscar a la Mejor película de Habla No Inglesa de 1989), pero mientras que la película italiana era una ficción melancólica, la majestuosa sala bonaerense en una realidad bien concreta, que en pleno siglo XXl, en épocas de streaming en soledad, sigue convocando a soñar y a entretenerse en una sala a oscuras pero en comunidad.
Publicado originalmente por el autor en Identidad Bonaerense.