Entre la comedia absurda, la fábula existencialista, el sinsentido direccionado y una apabullante libertad creativa, El jockey, de Luis Ortega -elegida por la Academia de Cine para representar a la Argentina en los Premios Oscar y Goya-, es un estimulante desafío para el espectador.
Luego de su paso por la selección oficial del Festival de Venecia, también por el de Toronto y mientras participa del Festival de San Sebastián en la competencia de la sección Horizontes Latinos, el estreno en el país del octavo largometraje de Ortega es un acontecimiento para el cine nacional, no solo por su creatividad sino por su audacia.
El jockey del título es Remo Manfredini (formidable Nahuel Pérez Biscayart), un jinete casi infalible, con numerosas jornadas de gloria en la pista, pero que transita un presente autodestructivo, con un total desinterés de sus obligaciones profesionales que se traduce en la abundante ingesta de alcohol y drogas (entre ella la ketamina, un tranquilizante para caballos).
En pareja con la también brillante jocketa Abril (la española Úrsula Corberó), con deudas con su patrón Sirena (el mexicano Daniel Giménez Cacho, conocido en Argentina por su papel en Zama), Manfredini tiene en el horizonte cercano un gran premio, que si gana, cancelará su obligación con Sirena y le dará cierta estabilidad en su relación con Abril que -no es un dato menor-, está embarazada.
Lo anteriormente descripto sin duda es parte de la historia, pero el relato que plantea la película, si bien sigue más allá con una línea de tiempo y espacio razonable, es mucho más.
Si con Caja negra (2002), Monobloc (2005) o Dromómanos (2012), Ortega mostró un claro interés por los márgenes, con personajes desfasados del común, lo que en la magnífica El ángel (2018) parecía ser una entrada al cine más industrial, con El jockey desmiente ese ingreso.
Con más presupuesto y un elenco extraordinario que incluye estrellas internacionales, el director porteño vuelve a su sendero deforme, poblado de criaturas en crisis, que buscan desesperadamente su pertenencia a un mundo que no los cobija.
Entonces de lo que se trata es de traficar sentido (y emociones) en la puesta, una búsqueda en donde la linealidad de la historia se ve intervenida por el universo ortegano, con escenas de una clara inspiración plástica y referencias cinéfilas pero también de la cultura pop.
Así, el siniestro Sirena, la mayor parte del tiempo carga con un bebé en sus brazos (que con el correr del relato cambia su color de piel) o el jockey sufre un accidente mortal pero no, vive. Un milagro que será seguido por otro: renacer.
Transmutaciones, un trio de matones vestidos como tal que es todo un homenaje a personajes muy queribles del cine nacional (el recientemente fallecido Daniel Fanego junto a Roberto Carnaghi y Osmar Núñez), canciones de Virus (imperdible escena del amoroso y frenético baile de Pérez Biscayart con Úrsula Corberó), Palito Ortega , Nino Bravo, pescaditos que sobreviven en un viejo bolso de mujer -ahora propiedad del protagonista que además ya no es más Remo sino Rita-, un caballo bautizado Mishima (como el célebre y trágico escritor japonés) y por caso, la veterana vedette Adriana Aguirre en el papel de su vida.
El cine del director finlandés Aki Kaurismäki podría explicar en parte a El jockey, pero también David Lynch y por qué no, el repollo de Milagro en Milán de Vittorio De Sica, una película imprescindible del neorrealismo italiano.
Sin concesiones para el espectador, también podría ser que aún entrando de lleno en la propuesta, la película podría tomarse como una fábula pasada de revoluciones o por caso, un cuento de navidad que se salió de control.
La apelación a lo diferente y las incursiones a mundos que no guardan relación con lo “real”, son estímulos para plantar en quien ve la película, una ambición desmedida en épocas de adormecimiento ante la proliferación de imágenes.
Lo cierto es que este aparente sinsentido no es tal, porque con las herramientas del humor y la mirada transversal sobre el caos, lo que Ortega busca y la mayoría de las veces encuentra o mejor dicho, alcanza, es la libertad.
EL JOCKEY
El jockey Dirección: Luis Ortega. Elenco: Nahuel Pérez Biscayart, Ursula Corberó, Daniel Giménez Cacho, Daniel Fanego, Osmar Núñez, Roberto Carnaghi, Mariana Di Girolamo, Luis Ziembrowski, Jorge Prado, Adriana Aguirre y Roly Serrano. Guion: Luis Ortega, Rodolfo Palacios y Fabián Casas. Fotografía: Timo Salminen. Edición: Rosario Suárez, Yibrán Asuad. Música: Sune Rose Wagner. Dirección de arte: Germán Naglieri. Sonido: Guido Berenblum, Javier Umpiérrez y Claus Lynge. Producción: Benjamín Domenech, Santiago Gallelli, Matías Roveda, Luis Ortega, Esteban Perroud, Axel Kuschevatzky, Cindy Teperman, Charlie Cohen, Paz Lázaro y Nando Vila. Coproducción: Julio Chavezmontes, Diego Suárez Chialvo, Pablo Cruz, Enrique López Lavigne, Katrin Pors, Eva Jakobsen, Mikkel Jersin, Lorena Villarreal, Darian De La Fuente y Benicio Del Toro. Compañías: Rei Pictures, El Despacho, Infinity Hill, Warner Music Entertainment, Exile, Piano, El Estudio, Snowglobe, Jacinto Films y Barraca Producciones. Distribuidora: Star (Disney). Origen: Argentina, España, México, Dinamarca, Estados Unidos, 2024. Duración: 96 minutos.